Archivo de la categoría: INSTRUMENTOS MÉDICOS

Instrumentos quirúrgicos para craneotomía en el Siglo XIX

Instrumentos quirúrgicos para craneotomía en el Siglo XIX

Instrumentos quirúrgicos para craneotomía en el Siglo XIX ”. Están en un grabado de la obra “Médecine Opératoire”  de Cl. Bernard y Ch. Huette. El titulo original es «Précis iconographique de Médecine Opératoire et d´anatomie chirurgicale».  Año 1846

Autores de la obra: Cl. Bernard y Ch. Huette.

Dibujos de L´Eveillé (Alumno de M. Jacob) y M. Davesne

Editada en Paris por Mequignon-Marvis fils en 1846

Grabado de la obra “Médecine Opératoire”  de Cl. Bernard y Ch. Huette. Instrumentos quirúrgicos para craneotomía. Siglo XIX

Instrumentos médicos para realizar resecciones quirúrgicas en el Siglo XIX

Instrumentos médicos para realizar resecciones quirúrgicas en el Siglo XIX

Instrumentos médicos para realizar resecciones quirúrgicas en el Siglo XIX. La resección quirúrgica es un procedicimiento para extirpar un órgano, tejido o parte de estos del cuerpo mediante cirugía. Se utiliza comúnmente para tratar enfermedades, tumores o masas sospechosas, a menudo extrayendo una parte del tejido sano circundante. 

Instrumentos médicos para realizar resecciones quirúrgicas en el Siglo XIX están en un grabado de la obra “Médecine Opératoire”  de Cl. Bernard y Ch. Huette. El titulo original es «Précis iconographique de Médecine Opératoire et d´anatomie chirurgicale».  Año 1846.

Autores de la obra: Cl. Bernard y Ch. Huette.

Dibujos de L´Eveillé (Alumno de M. Jacob) y M. Davesne

Editada en Paris por Mequignon-Marvis fils en 1846

Grabado de “Médecine Opératoire”  de Cl. Bernard y Ch. Huette.

Instrumentos médicos para realizar resecciones quirúrgicas en el Siglo XIX

Instrumentos quirurgicos para realizar amputaciones en el Siglo XIX

Instrumentos quirurgicos para realizar amputaciones en el Siglo XIX

Instrumentos quirurgicos para realizar amputaciones en el  Siglo XIX  son de un grabado de la obra “Médecine Opératoire”  de Cl. Bernard y Ch. Huette. El titulo original es «Précis iconographique de Médecine Opératoire et d´anatomie chirurgicale».  Año 1846

Autores de la obra: Cl. Bernard y Ch. Huette.

Dibujos de L´Eveillé (Alumno de M. Jacob) y M. Davesne

Editada en Paris por Mequignon-Marvis fils en el año 1846

Instrumentos quirurgicos para realizar amputaciones. Siglo XIX

Instrumentos para realizar ligaduras quirúrgicas en el siglo XIX

Instrumentos para realizar ligaduras quirúrgicas en el Siglo XIX

Instrumentos para realizar ligaduras quirúrgicas en el Siglo XIX  ”. Están en un grabado de la obra “Médecine Opératoire”  de Cl. Bernard y Ch. Huette. El titulo original es «Précis iconographique de Médecine Opératoire et d´anatomie chirurgicale».  Año 1846

Autores de la obra: Cl. Bernard y Ch. Huette.

Dibujos de L´Eveillé (Alumno de M. Jacob) y M. Davesne

Editada en Paris por Mequignon-Marvis fils en el año 1846

Instrumentos necearios para realizar ligaduras en cirugía. Siglo XIX

Instrumentos para realizar incisiones quirúrgicas en el Siglo XIX

Instrumentos para realizar incisiones quirúrgicas en el Siglo XIX

Los Instrumentos para realizar incisiones quirúrgicas en el siglo XIX. Están en un grabado de la obra “Médecine Opératoire”  de Cl. Bernard y Ch. Huette. El titulo original es «Précis iconographique de Médecine Opératoire et d´anatomie chirurgicale».  Año 1846

Autores de la obra: Cl. Bernard y Ch. Huette.

Dibujos de L´Eveillé (Alumno de M. Jacob) y M. Davesne

Editada en Paris por Mequignon-Marvis fils en el año 1846

Instrumentos para realizar incisiones quirúrgicas. Siglo XIX

Limpieza de los dientes en el siglo XVIII

Limpieza de los dientes en el siglo XVIII

He recogido y transcribo literalmente los conocimientos que expone Francisco Villaverde, Cirujano de la Armada Española y Secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz en su obra “Operaciones de Cirugía”, que fue libro de texto en los Reales Colegios de Cirugía y en muchas universidades de España.

Francisco Villaverde escribe sobre la limpieza de los dientes en su obra “Operaciones de cirugía” publicada en Madrid en 1788 lo siguiente:

“ El esmalte de los dientes es propenso a cubrirse de sarro que suele formar costras duras, lívidas y obscuras, las cuales se insinúan entre las encías, excitan fluxiones, aflojan los dientes, los privan de su hermosura y dan mal olor al aliento. Las gentes primorosas que se esmeran en la conservación de tan útiles instrumentos se los deben limpiar en reconociendo este defecto.

Para esto los Dentistas usan varios instrumentos en forma de descarnadores, buriles, de legras de distintas figuras, de limas con las cuales quitan las costras sin lastimar las encías, raspan la superficie de dientes y muelas. Liman las puntas desiguales si las hay. Después se hacen buches con algún cocimiento abstringente para fortificar las encías si se reconocen flojas.

Además de las referidas precauciones para conservar todo aseo, se lavará la boca por la mañana y después de comer con agua natural, frotando con un dedo los dientes para desprender el gluten que los alimentos le comunican, y así se preservan de corrupción y de dolores. También se limpiarán de sobremesa los fragmentos de los alimentos que se insinúan en sus intersticios con un palillo, viznaga o pluma, evitando alfileres o cuerpos muy agudos que destruyan los vasos de las encías

Todas las semanas se limpiará la dentadura, frotándola con un dentífrico que dé mas realce a su blancura y se desprenda todo el sarro. Algunos se sirven de la sal común disuelta en zumo de limón; es excelente cuando estando las encías flojas

Se evitarán drogas acres, capaces de alterar el esmalte de los dientes. Los mas seguros y suaves son: Polvos absorbentes de nácar. Polvos de ojos de cangrejo. Polvos de asta de ciervo. Se añade un poco de mirra, iris de Florencia en polvo y algunas gotas de esencia de canela o de clavo para grato olor.

Si las encías están muy flojas se añade a los polvos antedichos algunas gotas de espíritu de sal, de vitriolo, de cochlearia, el coral rubor y la sangre de drago.

Si los dientes están muy negros es remedios muy eficaces blanquearlos con la sal de espuma y la ceniza de tabaco, pero no se debe continuar su uso porque altera el esmalte. Lo mismo sucede con el abuso del espíritu de sal y del vitriolo.

Para usar estos remedios se moja un trapo fino en agua, se cogen con él los polvos y se frota la dentadura todos los días hasta que se recupere la blancura, porque después basta una vez en la semana; en lugar del trapo se puede usar una esponja o la raíz de Atbea preparada, la cual forma una especie de cepillo, este se moja, se toma con él el dentífrico y se frota del mismo modo.  De los polvos referidos se puede hacer una opiata con algún extracto antiscorbútico y la miel rosada.

Si exhala mal olor la boca y el daño de los dientes fuera universal y no se deben correr los riesgos de extracción, mas vale paliar este defecto trayendo en la boca un poco de canela o tomando sobre la comida anises, que corrijan aquel mal olor y no diriman las apreciables conexiones de la sociedad.»

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

Extracción de dientes en el siglo XVIII

Extracción de dientes en el siglo XVIII

He recogido y transcribo literalmente los conocimientos que expone Francisco Villaverde, Cirujano de la Armada Española y Secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz en su obra “Operaciones de Cirugía” ,  que fue libro de texto en los Reales Colegios de Cirugía y en muchas universidades de España.

Francisco Villaverde escribe sobre la extracción de dientes en su obra “Operaciones de cirugía” publicada en Madrid en 1788 lo siguiente:

“ Si no se quita el dolor de un diente, se puede dislocar, para separar el nervio sin que el alveolo se rompa y se repone para que se afirme.

Si por estar picada o carcomida la dentadura exhala mal olor a causa de emanación de partículas pútridas que se desprenden de la carie, solo puede evitarse sacando el diente o muela podrida

En las muelas siendo impracticable la dislocación y la replantación porque sus raíces lastimarían el alveolo, se sacarán, descarnando primero la encía

Sentado el enfermo en una silla baja, la cabeza levantada y apoyada contra el estómago del Dentista: este reconoce la muela que debe sacar, para no tomar una por otra, como frecuentemente sucede, y después de descarnar la encía que abraza su cuello, toma el pelican, el gatillo, la llave inglesa o el Davier, según las circunstancias. Entonces se da un movimiento de media rotación a la muñeca, levantándola un poco si la muela es alta, y al instante queda dislocada. Se dejan desahogar los vasos, se aprietan un poco las encías y se toman buches de oxicrato o de agua con un poco de aguardiente.

Algunos dentistas aconsejan que se substituya el diente extraído por un diente artificial.

Los dientes artificiales se hacen de dientes de caballo marino, de marfil, de canilla de vaca que conserva mejor su blancura.  Si son dos o mas se labran de una sola pieza figurando dientes separados.  Se sujetan con hilo de oro, con muelles o con una chapita de oro ribeteada contra el cuello inmediato y así se pueden quitar para limpiarlos. Sirven no solo de adorno, más también para la perfección de la pronunciación.

También se puede usar una dentadura alta y baja completa figurada en dos piezas unidas con un muelle de ballena. Esto se practica en las personas que han perdido toda la dentadura y así se sostienen los carrillos y los labios, se facilita la pronunciación, se corrige la figura chocante de una boca desempredada y sumida y se disimula la vejez, pero no sirven para la masticación y se deben quitar todas las noches para limpiarlas y por la mañana se reponen.”

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

 

Las caries de los dientes en el siglo XVIII

Las caries de los dientes en el siglo XVIII

He recogido y transcribo literalmente los conocimientos que expone Francisco Villaverde, Cirujano de la Armada Española y Secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz en su obra “Operaciones de Cirugía” ,  que fue libro de texto en los Reales Colegios de Cirugía y en muchas universidades de España.

Francisco Villaverde escribe sobre las caries de los dientes en su obra “Operaciones de cirugía” publicada en Madrid en 1788 lo siguiente:

“  La carie es la más frecuente polilla de la dentadura y se suele formar un hueco en que se recogen partículas de alimentos que se corrompen y altera toda la substancia de los dientes y muelas

Fórmase en su intermedio un pequeño punto negro o azulado que es el principio de la destrucción del esmalte. Esta carie se aumenta sordamente sin que se sienta hasta la hora perentoria de necesitar auxilio.

Si no hay dolor, ni sensibilidad sondando la muela o comprimiéndola se separará la carie con una lima al intento. Después se aplica el cauterio y s emploma si hay hueco que lo requiera o se llena con un poco de la mixtura antedicha

En las muelas cariadas superficialmente en la corona se procurará la exfoliación logrando la carie y aplicando encima el cauterio.

Si por estar picada o carcomida la dentadura exhala mal olor a causa de emanación de partículas pútridas que se desprenden de la carie, solo puede evitarse sacando el diente o muela podrida

Si la corrosión penetra profundamente y i acerbo dolores se proponen varios medios para desecarla, calmar el dolor y conservar la muela.

Para calmar el dolor esencias aromáticas de:  clavo de canela, de romero, aetbermineral, el agua del Carmen o de Melisa espirituosa. El bálsamo católico, la tintura odontálgica de la Pharmacopea Matritense, tintura de mirra o de aloe. Cocimientos emolientes y anodinos como leche de vaca o de semilla de adormidera.

Se toma un poco de algodón o de hilas finas, se hace una bolita, se moja en algunas de las substancias dichas y se mete en el agujero de la muela con un estilete o con la punta de alfiler doblada

Si los medios expresados no bastan a mitigar el dolor se puede destruir el nervio con el cauterio actual, introduciendo la punta de un estilete doblada y encendida por el agujero de la muela las veces necesarias hasta la total destrucción del nervio.

Si el dolor fuere habitual como en el rheumatismo que llaman corrimiento se puede esperar ventaja aplicando un cáustico sobre la arteria temporal, que Levene una vexiga de suero abundante. Se dexa entender que si el dolor es muy violento y hay plenitud no se omitirán las sangrías que afloxen el eretismo de los vasos”

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

Tratamiento quirúrgico del cáncer de mama en el siglo XVIII

Tratamiento quirúrgico del cáncer de mama en el siglo XVIII

He recogido y transcribo literalmente los conocimientos que expone Francisco Villaverde, Cirujano de la Armada Española y Secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz en su obra “Operaciones de Cirugía” ,  que fue libro de texto en los Reales Colegios de Cirugía y en muchas universidades de España.

Francisco Villaverde escribe sobre el Tratamiento quirúrgico del cáncer de mama en su obra “Operaciones de cirugía” publicada en Madrid en 1788 lo siguiente:

“ Si el escirro (tumor) está en un pecho y no fuere más que una glándula movediza sin adherencias, ni hinchazón en las glándulas de la gordura de su circunferencia, basta extirparla, conservando lo demás del pecho

Para esto premios los remedios generales: 

Se sienta la enferma en una silla de respaldo y se le sujetan las manos por dos ayudantes. Después se hace con un bisturí una incisión longitudinal sobre el tumor, proporcionada a su extensión y se disecan un poco los labios para descubrir la glándula. Esta se sujeta con un anzuelo que sostiene un ayudante, se desprende con los dedos de la gordura de la circunferencia y se cortan con el bisturí las bridas que no se han podido separar y lo demás que se sospeche viciado en la inmediación del tumor.

La hemorragia se detiene fácilmente con agárico o hilas en bruto, porque es muy ligera. Después de algunas horas se humedece la herida por encima de las hilas con aceite rosado tibio para calmar el dolor. Este primer apósito se deja hasta que lo desprenda la superación y después se tratará como una ulcera simple.

Si el tumor comprende todo el pecho se amputará enteramente, procediendo la misma preparación. A este fin se apartará del cuerpo el brazo del lado enfermo para extender el gran pectoral y se hará con el bisturí convexo por el filo y largo una incisión de tres o cuatro pulgadas por encima del tumor en la parte sana, interesando hasta el gran pectoral exclusive. Al instante se meten tres o cuatro dedos entre el tumor y el citado musculo, y se cortan los tegumentos de sus circunferencias. Si después de esta incisión queda alguna porción de gordura con sospecha de obstrucción en sus glándulas se sujetan con el anzuelo o con los dedos y se corta con tijeras o con bisturí, aunque se extienda bajo la cola del gran pectoral y para mayor facilidad se aproxima el brazo al cuerpo y se relaja el musculo.

A veces hay cerca de los vasos axilares glándulas hinchadas, conviene separarlas, para que no sirvan de origen a otro cancro. Esto se hace dilatando el cutir y cogiéndolas con el anzuelo, se ligan junto con el tejido adiposo que las sostiene pasando por debajo un hilo doble encerado para que se caigan con su supuración.  Mas seguro es esto que cortarlas porque se puede abrir algún tamo de la arteria axilar y la hemorragia es muy difícil de detener. Si se prefiere el instrumento cortante por alguna razón, se volverá el recazo hacia aquellos vasos para darles resguardo.

Si durante la operación sale sangre de algún vaso grande, apoyará un ayudante su dedo encima hasta el fin de la operación y así se detiene la efusión que a veces sale por muchas arterias, otras veces la enferma se desmaya y la sangre se detiene por si misma hasta que pasa el deliquio. Si después continuaré se detendrá aplicando hilas secas, agárico o agua stíptica y una comprensión suave. Si lo dicho no bastare, se ligará la arteria.

Después de la operación se aproxima el cutis al centro de la división y se aplican hilas en bruto, compresas y un vendage de cuerpo flojo sujeto con un escapulario. Este apósito no se levanta sin motivo hasta que se entable la supuración, pero desde el segundo día se empapan las hilas enjundia de gallina derretida que sirve de digestivo hasta que las hilas se desprendan por si y las demás curaciones se executan como en cualquiera otra ulcera.

Si se extirpa un cancro oculto o ya empezado a ulcerarse, para obviar que retoñe, se puede abrir u o dos fuentes por donde la masa tumoral depure del virus cancroso

En los cancros operados que se infectan o retoñen y en los que está contraindicada la extirpación o cuando el enfermo no la adopta, porque entonces no queda otro recurso de la cura paliativa

La cura paliativa se realiza con tópicos anodinos emolientes y absorbente.

Emolientes: el zumo de siempreviva, yerba mora, de geranio, de cicuta. Con estos zumos se lava la llaga y se cubre de planchuela mojadas en ellos solos o mezclados con algunas gotas de tintura anodina o con algunos granos de sal de Saturno.

Absorbentes se pueden mezclar con láudano pulverizado. Entre los anodinos laxantes el que mejor efecto produce es la leche mezclada con cocimiento de cicuta o con agua de malva, lavando con ello la llaga y cubriéndola de planchuelas mojadas en el mismo fomento.

El régimen ha de ser parco, los alimentos mulcebres, se evitará todo exceso. La leche en general y particularmente la de burras es muy proficua. Interpolando suaves purgantes.

Si los dolores atormentan demasiado se propinarán narcóticos para calmarlos y conciliar el sueño. La tintura de beladona a moderada dosis. Zumo de cicuta o cañabeja”

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

 

Parto por Cesárea en el siglo XVIII en España

Parto por Cesárea en el siglo XVIII en España

La cesárea que se practicaba poco por la gran mortalidad materna y fetal se introduce poco a poco en la práctica quirúrgica.

En la obra “Operaciones de Cirugía” (1887) de Francisco Villaverde, cirujano de la Armada y secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz recoge las indicaciones y la intervención de la cesárea en su época.

Indicaciones de la Cesárea:  1. En caso de esta muerta la madre, para salvar prontamente al feto. 2. En las concepciones ventrales, en las trompas o de los ovarios. 3. Dislacerarse el fondo del utero por la violencia de los conatos y de haber pasado la criatura al vientre. 4. En la coalición total de la vagina que no pueda vencerse.

Instrumentos necesarios para la cesárea: bisturí convexo, lithotomo de Cheselden, tijeras, sonda alada o de corazón, agujas enhebradas, tiras largas y anchas de tafetán gomado, hilas, esponja fina para enjugar la sangre, planchuelas, bálsamo aglutinante y vendas.

Preparación de la paciente: Se acostará la parturienta de lado sin almohada para que se mantengan tensos los músculos del abdomen. Se le cubrirá la cara y se sujetará por dos ayudantes para los extremos superiores y dos para los inferiores.  Habrá uno que presente al Profesor los instrumentos a la mano y otro mantendrá la luz

Intervención de la cesárea.

La incisión se realizará en la parte lateral, de seis a siete pulgadas. Debe penetrar hasta el peritoneo exclusive.  Después se hace incisión del peritoneo y del utero.

Herido el utero fluye abundantemente la sangre, pero esto no debe sorprender al Profesor porque concluida la operación brevemente se detiene y se abrirá las membranas del corion y amnios. Las aguas se derramarán y sin perder tiempo insinuará su mano en el claustro materno agarrará al feto, lo sacará por los pies y se lo entregará a un ayudante. Y continuará la extracción deslizando su mano en el utero y desprender la placenta de sus adherencias antes que aquella entraña se contraiga.

La división del utero se abandonará a la naturaleza que sola hace la consolidación contrayéndose aquella entraña. Pero la exterior requiere aproximación, el vendage unitivo y la sutura seca.

El vendaje unitivo se insinúa dentro del vientre un girón de lienzo en figura de cola de golondrina que se dejará en el ángulo inferior de la herida para que sirva de filtro a la sangre derramada, se unirán los labios en lo restante de la división con tiras de tafetán gomado que se cubrirán con planchuelas de bálsamo católico, hilas en bruto y encima un vendage de cuerpo de diez y ocho cabos que se cruzaran sobre la herida y se prenderán cada cabo con alfileres. Este método tiene muchas ventajas sobre la sutura cruenta, es suave, evita inflamaciones, dislaceraciones, dolores y otros accidentes; siendo suficiente como lo es para impedir la salida de las partes flotantes en el vientre.

Las curaciones se practicarán de doce en doce horas.

Después de la operación se ordenará la sangría si hubiere calentura alta y la hemorragia no hubiere abatido las fuerzas.

El alimento en los primeros días será de agua de pollo simple

Las memorias de la Real Academia de Cirugía de París refieren haberse practicado esta operación hasta siete veces en una misma mujer

Si la madre espira embarazada se practicará al instante la operación cesárea sin pararse en las precauciones antedichas, basta sacar el feto sin reparar en el tamaño ni dirección de las incisiones.

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad