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Tratamiento quirúrgico del cáncer de mama en el siglo XVIII

Tratamiento quirúrgico del cáncer de mama en el siglo XVIII

He recogido y transcribo literalmente los conocimientos que expone Francisco Villaverde, Cirujano de la Armada Española y Secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz en su obra “Operaciones de Cirugía” ,  que fue libro de texto en los Reales Colegios de Cirugía y en muchas universidades de España.

Francisco Villaverde escribe sobre el Tratamiento quirúrgico del cáncer de mama en su obra “Operaciones de cirugía” publicada en Madrid en 1788 lo siguiente:

“ Si el escirro (tumor) está en un pecho y no fuere más que una glándula movediza sin adherencias, ni hinchazón en las glándulas de la gordura de su circunferencia, basta extirparla, conservando lo demás del pecho

Para esto premios los remedios generales: 

Se sienta la enferma en una silla de respaldo y se le sujetan las manos por dos ayudantes. Después se hace con un bisturí una incisión longitudinal sobre el tumor, proporcionada a su extensión y se disecan un poco los labios para descubrir la glándula. Esta se sujeta con un anzuelo que sostiene un ayudante, se desprende con los dedos de la gordura de la circunferencia y se cortan con el bisturí las bridas que no se han podido separar y lo demás que se sospeche viciado en la inmediación del tumor.

La hemorragia se detiene fácilmente con agárico o hilas en bruto, porque es muy ligera. Después de algunas horas se humedece la herida por encima de las hilas con aceite rosado tibio para calmar el dolor. Este primer apósito se deja hasta que lo desprenda la superación y después se tratará como una ulcera simple.

Si el tumor comprende todo el pecho se amputará enteramente, procediendo la misma preparación. A este fin se apartará del cuerpo el brazo del lado enfermo para extender el gran pectoral y se hará con el bisturí convexo por el filo y largo una incisión de tres o cuatro pulgadas por encima del tumor en la parte sana, interesando hasta el gran pectoral exclusive. Al instante se meten tres o cuatro dedos entre el tumor y el citado musculo, y se cortan los tegumentos de sus circunferencias. Si después de esta incisión queda alguna porción de gordura con sospecha de obstrucción en sus glándulas se sujetan con el anzuelo o con los dedos y se corta con tijeras o con bisturí, aunque se extienda bajo la cola del gran pectoral y para mayor facilidad se aproxima el brazo al cuerpo y se relaja el musculo.

A veces hay cerca de los vasos axilares glándulas hinchadas, conviene separarlas, para que no sirvan de origen a otro cancro. Esto se hace dilatando el cutir y cogiéndolas con el anzuelo, se ligan junto con el tejido adiposo que las sostiene pasando por debajo un hilo doble encerado para que se caigan con su supuración.  Mas seguro es esto que cortarlas porque se puede abrir algún tamo de la arteria axilar y la hemorragia es muy difícil de detener. Si se prefiere el instrumento cortante por alguna razón, se volverá el recazo hacia aquellos vasos para darles resguardo.

Si durante la operación sale sangre de algún vaso grande, apoyará un ayudante su dedo encima hasta el fin de la operación y así se detiene la efusión que a veces sale por muchas arterias, otras veces la enferma se desmaya y la sangre se detiene por si misma hasta que pasa el deliquio. Si después continuaré se detendrá aplicando hilas secas, agárico o agua stíptica y una comprensión suave. Si lo dicho no bastare, se ligará la arteria.

Después de la operación se aproxima el cutis al centro de la división y se aplican hilas en bruto, compresas y un vendage de cuerpo flojo sujeto con un escapulario. Este apósito no se levanta sin motivo hasta que se entable la supuración, pero desde el segundo día se empapan las hilas enjundia de gallina derretida que sirve de digestivo hasta que las hilas se desprendan por si y las demás curaciones se executan como en cualquiera otra ulcera.

Si se extirpa un cancro oculto o ya empezado a ulcerarse, para obviar que retoñe, se puede abrir u o dos fuentes por donde la masa tumoral depure del virus cancroso

En los cancros operados que se infectan o retoñen y en los que está contraindicada la extirpación o cuando el enfermo no la adopta, porque entonces no queda otro recurso de la cura paliativa

La cura paliativa se realiza con tópicos anodinos emolientes y absorbente.

Emolientes: el zumo de siempreviva, yerba mora, de geranio, de cicuta. Con estos zumos se lava la llaga y se cubre de planchuela mojadas en ellos solos o mezclados con algunas gotas de tintura anodina o con algunos granos de sal de Saturno.

Absorbentes se pueden mezclar con láudano pulverizado. Entre los anodinos laxantes el que mejor efecto produce es la leche mezclada con cocimiento de cicuta o con agua de malva, lavando con ello la llaga y cubriéndola de planchuelas mojadas en el mismo fomento.

El régimen ha de ser parco, los alimentos mulcebres, se evitará todo exceso. La leche en general y particularmente la de burras es muy proficua. Interpolando suaves purgantes.

Si los dolores atormentan demasiado se propinarán narcóticos para calmarlos y conciliar el sueño. La tintura de beladona a moderada dosis. Zumo de cicuta o cañabeja”

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

 

El cáncer de utero en el siglo XVIII

El cáncer de utero en el siglo XVIII

He recogido y transcribo literalmente los conocimientos que expone Francisco Villaverde, Cirujano de la Armada Española y Secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz en su obra “Operaciones de Cirugía” ,  que fue libro de texto en los Reales Colegios de Cirugía y en muchas universidades de España.

Francisco Villaverde escribe sobre el cáncer de útero en su obra “Operaciones de cirugía” publicada en Madrid en 1788 lo siguiente:

“ Los cancros uterinos se forman como los demás en alguna glándula obstruida y esto puede ser interior o exteriormente en su cuerpo o en su cuello

El tacto se manifiesta el Ostende duro y mas grueso que de ordinario, el tumor se aumenta y se hace sentir en el hipogastrio, comprime la vejiga y a veces los riñones y produce retenciones y supresiones de orina. Indican la ulceración del tumor fluxos saniosos, virulentos, fétidos y sanguinolentos que subsiguen a la degeneración del tumor, con ardor y efusión de cosas fofas que se desprenden y salen por la vagina

El cancro ha sido siempre deshonor de los cirujanos por la imposibilidad de curarse cuando esta bien caracterizado y la infección ha pasado a la sangre.

El que resulta de supresión de alguna evacuación no se cura sin que se restablezca o se le substituya por otra; si hay vicio interior nada se logra sin corregirle, si los auxilios eficaces de la cirugía no tienen lugar, como cuando hay adherencias inaccesibles por su profundidad o por estar situada entres vasos arteriosos respetables por su calibre en cavidades internas como en el utero en ninguno de estos casos tiene lugar la cura radical y solo se debe emplear la paliativa.

Antes de la extirpación se examinará si el tumor está libre de adherencias inaccesibles o cuya separación este contraindicada por su situación o por hallarse circuido de arterias o de nervios gruesos, cuya lesión sea de tal consecuencia que impida su totol erradicación sin lo cual sería la operación infructuosa. También se atenderá a la naturaleza de la causa sin cuya combinación no se procede a la operación.

Los cancros inveterados malignos muy dolorosos y de progresos rápidos se deben considerar como incurables, porque se supone que han comunicado a la sangre su malignidad. Y así, aunque se curen en apariencia, retoñan tarde o temprano en la misma parte o en otra”

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

Parto por Cesárea en el siglo XVIII en España

Parto por Cesárea en el siglo XVIII en España

La cesárea que se practicaba poco por la gran mortalidad materna y fetal se introduce poco a poco en la práctica quirúrgica.

En la obra “Operaciones de Cirugía” (1887) de Francisco Villaverde, cirujano de la Armada y secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz recoge las indicaciones y la intervención de la cesárea en su época.

Indicaciones de la Cesárea:  1. En caso de esta muerta la madre, para salvar prontamente al feto. 2. En las concepciones ventrales, en las trompas o de los ovarios. 3. Dislacerarse el fondo del utero por la violencia de los conatos y de haber pasado la criatura al vientre. 4. En la coalición total de la vagina que no pueda vencerse.

Instrumentos necesarios para la cesárea: bisturí convexo, lithotomo de Cheselden, tijeras, sonda alada o de corazón, agujas enhebradas, tiras largas y anchas de tafetán gomado, hilas, esponja fina para enjugar la sangre, planchuelas, bálsamo aglutinante y vendas.

Preparación de la paciente: Se acostará la parturienta de lado sin almohada para que se mantengan tensos los músculos del abdomen. Se le cubrirá la cara y se sujetará por dos ayudantes para los extremos superiores y dos para los inferiores.  Habrá uno que presente al Profesor los instrumentos a la mano y otro mantendrá la luz

Intervención de la cesárea.

La incisión se realizará en la parte lateral, de seis a siete pulgadas. Debe penetrar hasta el peritoneo exclusive.  Después se hace incisión del peritoneo y del utero.

Herido el utero fluye abundantemente la sangre, pero esto no debe sorprender al Profesor porque concluida la operación brevemente se detiene y se abrirá las membranas del corion y amnios. Las aguas se derramarán y sin perder tiempo insinuará su mano en el claustro materno agarrará al feto, lo sacará por los pies y se lo entregará a un ayudante. Y continuará la extracción deslizando su mano en el utero y desprender la placenta de sus adherencias antes que aquella entraña se contraiga.

La división del utero se abandonará a la naturaleza que sola hace la consolidación contrayéndose aquella entraña. Pero la exterior requiere aproximación, el vendage unitivo y la sutura seca.

El vendaje unitivo se insinúa dentro del vientre un girón de lienzo en figura de cola de golondrina que se dejará en el ángulo inferior de la herida para que sirva de filtro a la sangre derramada, se unirán los labios en lo restante de la división con tiras de tafetán gomado que se cubrirán con planchuelas de bálsamo católico, hilas en bruto y encima un vendage de cuerpo de diez y ocho cabos que se cruzaran sobre la herida y se prenderán cada cabo con alfileres. Este método tiene muchas ventajas sobre la sutura cruenta, es suave, evita inflamaciones, dislaceraciones, dolores y otros accidentes; siendo suficiente como lo es para impedir la salida de las partes flotantes en el vientre.

Las curaciones se practicarán de doce en doce horas.

Después de la operación se ordenará la sangría si hubiere calentura alta y la hemorragia no hubiere abatido las fuerzas.

El alimento en los primeros días será de agua de pollo simple

Las memorias de la Real Academia de Cirugía de París refieren haberse practicado esta operación hasta siete veces en una misma mujer

Si la madre espira embarazada se practicará al instante la operación cesárea sin pararse en las precauciones antedichas, basta sacar el feto sin reparar en el tamaño ni dirección de las incisiones.

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

Instrumentos médicos quirúrgicos en el siglo XVIII

Instrumentos médicos quirúrgicos en el siglo XVIII

Instrumentos médicos quirúrgicos en el siglo XVIII segun Francisco Villaverde, Cirujano de la Armada Española y Secretario del Colegio de Cirugía de Cádiz en su obra “Operaciones de Cirugía” (1788) escribe:

«Los instrumentos médicos han acompañado siempre a la evolución de la medicina siendo los más importantes y conocidos los arsenales de Esculteto, Paréo, Heister, Diones, Garengeot, Fabricio y las memorias de las reales Academias de Cirugía sobre todo la de París.

“Los instrumentos médicos se dividen en naturales y artificiales”

Instrumentos médicos naturales:   son la mano y los dedos.  Que se deben traer muy aseadas y limpias, conviene que sean ambidextras. Y más bien largas que cortas. Las coyunturas de la muñeca firmes, las falanges de los dedos muy flexibles, el pulpejo particularmente del índice y del dedo medio fino, delicada para la sensación del tacto. Los instrumentos naturales se prefieren a los artificiales. Siempre que con ellos se puede conseguir lo que se intenta, porque embarazan menos y son más seguros”

“Los instrumentos médicos artificiales se hacen de hierro, de acero, de oro, plata, plomo, hoja de lata, marfil, madera, vidrio, hilo, seda, lienza y de otras materias que según el uso que han de tener.

Los cortantes precisa que sean de acero en aquella parte. Otros requieren la plata para que sean flexibles y se conserven tersos o para que se les pueda dar la figura y finura correspondientes como algalias, sondas flexibles, cánulas, etc.  Algunos deben ser precisamente de oro como los sifones para los puntos lacrimales y los alfileres para el labio leporino. De marfil, madera, care y nácar se hacen los cabos de muchos instrumentos.  De hoja de lata cajas de fracturas. De vidrio ojos artificiales. De hilo, seda, lienzo, cordonetes, vendas y vendajes

Los instrumentos médicos artificiales pueden dividirse en los siguientes

-Instrumentos para la síntesis (unión): Pinzas, espátulas, verduguillo, agujas, alfileres, tiras de emplasto, vendas, bragueros, pesario, cajas de fracturas

-Instrumentos para la diéresis (separación): cauterios, trépano, legras, sierras, gubias, escoplos, martillo de plomo, tenazas incisivas

-Instrumentos para la exeresis (corte): lancetas, apostemeros, geringas, cánulas, cucharillas, picos de grulla, de cuervo, de pato, sacabalas, trocares, sondas sulcadas, catéteres o itinerarios, sondas de pecho, algalias, lithotomos, conductores, tenazas, sondas de pico, garfios, anzuelos, pinzas de pólipo, escarificadores o sajadores, ventosas, pelican, botador, llave inglesa, gatillos, medias cañas, tortores, o torniquetes, cuchillos de amputación, sierras.

-Instrumentos para las proteresis (prótesis): el obturador del paladar, ojos de vidrio, dientes de marfil, trompetas acústicas, orejas, narices, brazos y piernas artificiales.

Instrumentos portátiles serán los siguientes: pinzas, espátulas, tijeras rectas y semicurvas, sonda sulcada, bisturí recto, semicorvo y convexo por el filo, estiletes, verduguillo, portapiedra, sonda real y de pecho, lanceta y apostemero”

Nota:

El apostemero es una lanceta más larga y ancha.

El Berduguillo o verduguillo es un diminutivo de la navaja de afeitar, que servía para rapar el vello y limpiar las úlceras.  Dice el autor que el instrumento le parece impropio de un cirujano, pero dice que a veces “hay partes secretas que la decencia y el pudor substrae de la vista de otro que el profesor con quien se tiene confianza, por eso precisa tener aquel instrumento para semejantes casos”

Curso Teórico Práctico de Operaciones de Cirugia de Diego Velasco y Francisco Villaverde. Siglo XVIII

Curso Teórico Práctico de Operaciones de Cirugia de Diego Velasco y Francisco Villaverde. Siglo XVIII

Francisco Villaverde La Villa fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

Portada de la obra Curso Teórico Práctico de Operaciones de Cirugia de Diego Velasco y Francisco Villaverde de 1763

Portada de la obra Curso Teórico Práctico de Operaciones de Cirugia de Diego Velasco y Francisco Villaverde de 1780

Portada de la obra Curso Teórico Práctico de Operaciones de Cirugia de Diego Velasco y Francisco Villaverde de 1797

Portada de la obra Curso Teórico Práctico de Operaciones de Cirugia de Diego Velasco y Francisco Villaverde de 1807

El cirujano según Francisco Villaverde. Siglo XVIII

El cirujano según Francisco Villaverde. Siglo XVIII

Cualidades del cirujano en la obra “Operaciones de cirugía” de D. Francisco Villaverde, primer ayudante de cirujano mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía de Cádiz.  Publicado en Madrid en 1788

“El cirujano debe tener buena crianza, ser urbano y atendo, de loables costumbres. Imbuido en máximas de la Filosofía Moral para que arregle su conducta cristianamente, ha de ser piadoso y liberal con los dolientes, caritativo con los pobres, afable y cariñoso, pero secreto y casto, modesto en el vestir, aseado y primoroso sin estudio, particularmente en las manos para no fastidiar la extrema delicadeza de algunas personas que debe tratar. Moderado y grave en sus discursos, de un ánimo intrépido y constante, sin temeridad, ni timidez.

“El cirujano debe ser ágil y bien organizado, de vista perspicaz para registral el semblante del enfermo y las cosas diminutas que se ocultan en los senos, como la tendencia de las inflamaciones a la mortificación o a otra terminación.

Conviene que esté dotado de finura en los demás sentidos: En el oído para percibir el estrépito de los huesos rompidos en las fracturas; la tos, el estornudo y el desentono de los que están dementes o delirantes. En el gusto para probar en caso necesario los alimentos y medicamentos e inferir sus cualidades las cualidades. En el olfato para sentir la pudrición de las úlceras, de los abscesos, de las deyecciones, las cualidades de la atmósfera y la bondad de los medicamentos. Eb el tacto para tocar las durezas, fluctuaciones o pulsaciones de los tumores, tomar el pulso.

El cirujano debe ser ambidextro y nada trémulo para ayudarse con una mano y otra mano, y ejecutar con igual destreza algunas operaciones que piden con precisión la misma firmeza y agilidad en la mano siniestra que en la diestra

Debe ser en su trato sociable, humilde y nadas orgulloso, pospondrá siempre su dictamen al de los que reconozca superiores en la práctica, huirá de rozarse con empíricos, con gentes ignorantes y depravadas que puedan infamarle o inficionarle con su mal ejemplo

Adornado el cirujano de estas bellas prendas e instruido en el vasto campo de las doctrinas expuestas, necesita aun para llegar a la posible perfección las grandes ciudades o en los ejércitos de mar y tierra, observando la conducta y manejo de los prácticos mas sensatos para aprovecharse de sus luces. Allí logra la ocasión de ver mas enfermedades y operaciones en un año que en la practica privada de una ciudad no se logra tal vez en toda la vida

Después debe ejercitarse en las operaciones sobre cadáveres y últimamente sobre los vivos, dirigido de buen maestro que le vaya adiestrando y le haga conocer de cuanto va de hablar a ejecutar y entonces se confirmara en que el uso hace Maestro”

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

Francisco Villaverde La Villa

Francisco Villaverde La Villa. Fue un destacado cirujano de la Armada Española, nacido el 30 de marzo de 1738 en Pola de Siero, Asturias. Se formó en el prestigioso Real Colegio de Cirugía de Cádiz, fundado por Pedro Virgili. Fue considerado uno de los mejores alumnos y le conceden una beca junto con Diego Velasco para ampliar sus conocimientos en París con cirujanos renombrados como François Morand y Henri Le Dran con la misión de conocer y traer instrumental quirúrgico moderno para el Colegio de Cirugía de Cádiz y escribir un tratado que sirviera de texto a los alumnos de los Reales Colegios

Posteriormente formó parte como cirujano mayor de la expedición a Indias mandada por don Pedro Ceballos contra los portugueses. Volvió a España en 1766 y se le destinó de profesor al colegio de San Fernando. Más tarde fue profesor y secretario del Colegio de Cádiz, en el que profesó durante muchos años.

Se casó con la hija de Francisco Canivell, médico militar de la Armada y destacado cirujano, obstetra, oftalmólogo y litotomista. Discípulo de Pere Virgili.

Escribió la obra “Curso teórico-práctico de operaciones y Cirugía”, en colaboración con Diego Velasco. es un texto fundamental en la historia de la cirugía en España. Publicada por primera vez en 1763 y se realizan dos ediciones en este año.  Tercera edición en 1780. La cuarta edición fue en 1797 y la quinta edición en1807

Francisco Villaverde realiza una refundición y ampliación de esta obra como autor único porque había muerto años antes su colega y amigo Diego Velasco.  Realiza un texto actualizado y le denomina “Operaciones de Cirugía”, el titulo completo es: “Operaciones de cirugía, según la más selecta doctrina de antiguos y modernos. Dispuesta para uso de los Reales Colegios” (1788). Figurando el solo como autor: Don Francisco Villaverde, Primer ayudante de Cirujano Mayor de la Armada, Maestro y Secretario del Real Colegio de Cirugía en Cádiz.  Publicada en 2 tomos en Madrid en 1788

Portada de la obra «Operaciones de Cirugía» de Francisco Villaverde de 1788

Entre sus características principales, destaca por ser un curso teórico-práctico que aborda las operaciones quirúrgicas con un enfoque detallado y sistemático. Además, su contenido refleja los avances de la época y busca formar cirujanos con una sólida base técnica y científica.

En el siglo XVIII, los instrumentos médicos reflejaban los avances de la época y la transición hacia una medicina más científica. Entre los instrumentos quirúrgicos más comunes se encontraban bisturíes, sierras para amputaciones, fórceps obstétricos, pinzas y agujas para suturas. Estos instrumentos solían estar hechos de acero y, en ocasiones, tenían mangos de madera o marfil.

Un aspecto interesante es que muchos de estos instrumentos eran diseñados específicamente para tratar enfermedades concretas o realizar operaciones específicas. Además, los médicos y cirujanos de la época a menudo inventaban o adaptaban herramientas para mejorar los resultados quirúrgicos. Los inventarios de hospitales de la época muestran que los instrumentos se guardaban en cajas forradas de tela y se revisaban periódicamente para garantizar su funcionalidad

V Jornadas del Museo de Historia de la Medicina y la Salud de Extremadura.

V Jornadas del Museo de Historia de la Medicina y la Salud de Extremadura.

Dias:  13 y 14 de noviembre de 2025

Lugar: Museo de Historia de la Medicina en Zafra

Hora:  20

Jornadas dedicadas a los Médicos y Practicantes Rurales del siglo XX

Vocación al servicio de la vida

En las calles silenciosas de nuestros pueblos y ciudades, la luz de la salud llevaba nombre y rostro: el del médico y el practicante.
Siempre dispuestos, sin reloj ni descanso, acudían allí donde el dolor llamaba. Con maletines modestos y conocimientos inmensos, hicieron frente a la enfermedad con lo poco que tenían, con humanidad, ingenio y coraje. Y con la grandeza de lo que eran.

Su labor trascendía la asistencia médica: ofrecían consuelo, acompañaban en el dolor. En cada nacimiento, en cada enfermedad, en cada despedida, su presencia discreta y firme, sostenía la esperanza en medio de la adversidad.

Este espacio rinde homenaje a aquellos hombres y mujeres, guardianes de la salud en nuestros pueblos que, con entrega y vocación, hicieron de su vida un servicio continuo a los demás, referentes de confianza para generaciones enteras.

El Museo de Historia de la Medicina reconoce su labor silenciosa y su vocación infinita. Gracias a ellos la salud encontró camino en cada rincón de Extremadura.

Instrumentos médicos quirúrgicos de Pedro López de León. Siglo XVII

Instrumentos médicos quirúrgicos de Pedro López de León. Siglo XVII

Pedro López de León describe en su obra «Práctica y teórica de las apostemas» de 1628 los instrumentos quirúrgicos que utilizaba y también como se podían construir.

Puede considerarse que fueron los primeros instrumentos quírurgicos fabricados en Ámerica en el año 1628.

Lámina I de los Instrumentos médicos quirúrgicos de Pedro López de León. Siglo XVII

Figura 1.   Escoplo

Figura 2. Lámina para proteger la lengua del cauterio y de operaciónes de la ránula.

Figura 8. Segeta

Figura 12, 13 y 18. Bisturis o cuchillos

Figura 19, 20, 21,22, 23, 24, 25, 26, 27 y 28: Tablillas y aparatos para las fracturas de huesos

Lámina 2.  Cauterios diseñados por Pedro López de León. Siglo XVII

Esto dice Pedro López de León en su obra sobre los cauterios

»  He puesto en este libro para los cirujanos romancistas esta variedad de cauterios actuales, que los autores traen para diferentes partes del cuerpo y unos sirvan para llagas podridas de las canillas y piernas, los cuales son cuadrados y triangulares, otros hay como medica caña para las canillas y huesos de los brazos, hay otros llamados datilares para el miembro viril, y otras visceras. Ortros hay incisorios que cortan, llamados cuchillares para cortar, y otros para abrir los abscesos como hierro de lanza, y otros cuadrados y con punta para lo mismo. Otros de forman de medio corazón para abrir apostemas entre las costillas, en la cavidad vital y en el higado. Y otros hay cmo medica luna para las hernias, otros para hacer fuentes con su hembra y para echar sedales. Otros cinco y de cuatro punta para el dolor ciático, cuando es antiguo. Otros hay puntiaguos con su cánula para las fistulas del lagrimal y otros hay de diferenres maneras para que el diestro cirujano los acomode y aplique conforme los casos le sucedieren.

Y es bien que esto deben hacer todos los cirujanos cuerdos y sabios. Y el Cirujano que le faltan las herramientas, que su arte manda, no le llaméis sino medio cirujano, que es nombre merece, y como el carpintero sin escuela.»

Làmina 3. Instrumentos médicos quirúrgicos de Pedro López de León. Siglo XVII

En esta lámina describe los hornos para fundir el hierro y fabricar los instrumentos.

Las figuras 34, 35 y 36.   Son pezones para la madre lactante que pudiera tener verrugas o ulceras en los pezones, para poder darle la lactancia al niño.

Reglas de cirugía de Pedro López de León en 1628

Reglas de cirugía de Pedro López de León en 1628

Fueron unos Aforismos de medicina de Pedro Sánchez de León que publica en su obra  «Práctica y Teórica de apostemas en general, y particular. Por el licenciado Pedro López de León, cirujano en la ciudad de Cartagena de Indias”   Publicada en Sevilla en 1628

Pedro López de León

Nació en Sevilla a mediados del siglo XVI

Estudió medicina en Sevilla y fue cirujano con Bartolomé Hidalgo Agüero en el Hospital del Cardenal de Sevilla desde 1578 a 1590

Fue nombrado cirujano real de galeras. Se fue a América y se estableció en Cartagena de Indias haciéndose cargo del Hospital de esta ciudad.  Estuvo más de 24 años.

Pedro López de León escribe en el prólogo de su obra como era su actividad en Cartagena de Indias. “En el hospital de Cartagena de las Indias se curan de bubas cada año, quinientos enfermos o poco más o menos y a que curo en él 23 años…en las ocasiones que se ofrecen de Flota y Armadas que a éste puerto vienen…suele haber ciento cincuenta y doscientos enfermos, y como aquí acuden tantos baxeles de Guinea y otras partes, siempre está el hospital lleno : demás que de Panamá y Puerto Belo vienen a este hospital y assi mismo de Santa Fe y de todo el Nuevo Reyno, y assi mismo vienen de Santa Marta, Río de la Hacha, Caracas, Margarita y de todas las Islas de Barlovento a fama de las grandes y estupendas curas que en este Hospital se hacen de todas las enfermedades.”

Escribió  “Práctica y Teórica de apostemas en general, y particular. Por el licenciado Pedro López de León, cirujano en la ciudad de Cartagena de Indias”   Publicada en Sevilla en 1628

En medicina, un «apostema» es un sinónimo de absceso supurado, es decir, una hinchazón llena de pus. También podía referirse a una inflamación o tumefacción causada por un golpe

Trata de las apostemas en general y en la segunda parte se plantean cuestiones prácticas de cirugía y se estudian las heridas, úlceras, fracturas y dislocaciones de las distintas regiones del cuerpo también estudia el morbo gálico (sífilis)

Existen en total 5 ediciones del libro de Pedro López de León. La obra tiene tres láminas de iconografía de los instrumentos quirúrgicos en América y describe el horno para fabricar los instrumentos.

Realiza tratamientos de las heridas por el método de la vía particular o cicatrización per prima, alternativa basada en la opción secante y aséptica para la cura de heridas frescas, que había aprendido con Bartolomé Hidalgo de Agüero en Sevilla y rompía con las tendencias tradicionales basadas en el uso de emolientes.

Era un médico culto y debió tener una gran biblioteca ya que en su obra cita frecuentemente autores médicos clásicos latinos y griegos como: Dioscórides, Celso, Aecio, Oribasio, Alejandro de Tralles  Erasístrato, Eudemo, Aristóteles y Platón y en especial Pablo de Egina que era muy conocido en su época.

Cita autores árabes como Avicena, Rhazes, Avenzoar, Alfarabio, Mesué y Ali Abbas, entre los que destaca el cirujano de Córdoba Abulcasis.

Médicos de la época Medieval y del Renacimiento como:  Guy de Chauliac, Saliceto, Hugo, Teodorico de Lucca. Ambrosio Paré, Bartolomé Maggio, Giovanni Da Vigo, Antonio Musa Brassavola, Gianbattista Theodosio, Valleriolla, Nicolao Massa, Andrés Mattiolli, Gianbattista Montagnana, Pietro D’Abano y Gentile da Foligno,

También cita médicos españoles como Bartolomé Hidalgo de Agüero, Fragoso, Dionisio Daza, Alcázar, Falcón, Juan Calvo, Vega, Luis de Lemos y Arnau de Vilanova